Sabado 10 de julio

Hoy es sábado. Día de descanso. No tenemos ni curso de informática ni colonias de vacaciones. Carlos, Antonia y Piedad se van temprano al aeropuerto a buscar las maletas que no llegaron ayer. ¡vaya desastre de aeropuerto! Después de muchas vueltas y de casi darnos dos maletas de más, ya están todas. Tenemos que dar dos viajes porque son muchas, así que Carlos vuelve a ensayar la conducción camerunesa, mientras Piedad espera en el aeropuerto.

Los dos tríos nos vamos con un par de monitores a ver el barrio; nos llevan a sus casas, nos enseñan un colegio en el que nos encontramos con un pequeño problema a la hora de entrar, quieren cobrarnos. Discusión de nuestros amigos y todo se soluciona. Después de todo lo que hemos visto, no nos extraña nada que quieran sacar dinero de debajo de las piedras. Volvemos a casa con el miedo de que nos regañen, comemos a las una y ya son cerca de las dos. Por mucha prisa que le decimos que tenemos, el ritmo es lento. Llegamos y no pasa nada, que bien que se portan con nosotros. María se ha quedado en casa, porque le dolía un poco la cabeza, pero el descanso le ha venido de maravilla.

Carlos, Antonia y Piedad van a Douala a comprar, al Mahima. Vuelta al caos circulatorio. También vamos al Lidl (cuñado de Carlos, dentro de poco te traslandan aquí a ponerlo al día); bueno, en realidad es el Leader, pero se pronuncia igual.

Veronique se encarga de la comida y nos prepara la de la noche y del día siguiente. Menos mal, esta semana le tocaba a Alejandra (je,je)

Descanso y nos vamos con Alejandra a ver el barrio de Bilongué. Veinte minutos andando por “las calles” y llamando la antención; ocho blanquitos juntos andando y saludando a diestro y siniestro: el blanco de todas las miradas. La situación es la misma, quizás se nota un “algo distinto” pero no,… Vemos el colegio, y nos planteamos hacer unos dibujos en las paredes de la maternal. El colegio está muy bien, para lo que es esto, en España la inspección lo echaría todo para atrás. La vuelta la hacemos por otro camino más largo, unos cuarenta minutos; seguimos llamando la atención: “le blanchs”.

Llegamos a casa. A algunos de nosotros parece que el clima, o el malarone no nos está sentando bien, pero nada que no se solucione con unas risas y un poco de descanso con mucha agua. Nos quedamos abajo charlando, siempre aprendemos mucho de lo que las hermanas nos cuentan, porque nosotros somos un mar de dudas. Carlos ha comprado Coco frito para que lo probemos, “que rico, échame un poquito más”.

La cena como siempre se prolonga con las conversaciones y las ocurrencias de Magdalena, perdón de Ángela (por cierto no probéis nunca su plato estrella, el yogurt con limón y hojas de pino; si, habéis leído bien). Después de unas risas, los más mayores nos acostamos y los jovenzuelos permanecen un rato hablando en el patio. Ha sido un día muy cansado, aunque parezca que no; aquí las cosas funcionan a otro ritmo.

Ya vemos que el blog se anima con las familias de las nuevas incorporaciones, seguid así, gusta saber que nos seguís. Gracias a ellos y a todos los que nos seguís desde el primer día. (Alberto, te leemos)

Besos y abrazos, repartirlos. Seguimos bien