lunes, 30 de julio de 2012

Sábado 21, domingo 22 y lunes 23 de julio

Fin del curso de informática. Son las siete y media de la mañana y aquí no hay ni el tato. Esperamos y comenzamos sobre las ocho y media. Entrega de diplomas y como no, unas palabritas del niño en francés. A continuación, gratificación a los monitores de las colonias, otras palabras (repito las mismas), y me voy con Teresa andando a su casa. La parte de andar por las calles me encanta. Pero vuelvo a no poder echar fotos.

Día con la familia de Teresa, su casa, la casa de la abuela, el trabajo de papá Gui, la granja, el terreno, caminos hechos polvo, …¡maravilloso!, pero ya sé que todo esto siempre indica despedida.

Por la noche, a preparar el material sobrado para dejárselo a las niñas para sus colonias. Además, hay que terminarle una pulsera a Teo.
¡Sonia, he encontrado tu pelota! No les eches las culpas a mis hermanos.










El domingo se levanta lluvioso. Hago las cuentas con Piedad de todo lo que hemos conseguido reunir, y distribuimos según necesidades.

Teresa y yo nos vamos con Pauline a dar la comunión a los enfermos. Es duro ver las realidades, ver “las casas” donde viven, ver sus heridas, tanto las externas  como internas. Es duro.

Voy chorreando. Antes de entrar en cada casa me tengo que escurrir la ropa. El chubasquero sólo me cubre la parte de arriba. Pero muchos niños, muchos, están en las calles jugando. Sencillamente se han quitado las ropas para no mojarlas, y están jugando.

Vuelta a casa que hoy voy a comer con las niñas en Ndog-passi. Vienen a recogerme andando, pero nos vamos en “la picota de Castillo”. Llegamos, compartimos experiencias, y a comer. Vuelvo a estar “entre todas las mujeres”. Helado de yogurt hecho por una postulante (receta de Castillo) y a hacer pulseritas. Enseño a mis compañeras a hacerlas, y le dejamos el material para que ellas las hagan con las niñas. Me tengo que ir, se va a hacer de noche y hay que ir y ellas volver. No me quiero ir. He estado poco tiempo con ellas.

Al llegar a casa me está esperando Miguehe para comer con su familia. El tradicional pescado y mi Carlitos Nelson que no quiere que me vaya. Llora y patalea. Sabe que me voy por tiempo (¿quién sabe cuánto?), y aunque se le diga que me voy a ver a Sarita, él dice que se viene también.

En casa comienzo a preparar la maleta. A Teresa le da tanta pena que se va corriendo a su habitación. Normal.















Ya es lunes y a la noche me voy. No quiero. Puede que suene mal, pero no quiero. Los que habéis estado aquí me comprendéis. El día transcurre entre las últimas compras y muchas visitas para despedirme. Lo más bonito son los niños que vienen a verme. La pena, que me voy; el niño bonito de Isa, la de la muñeca de Julia, la ahijada de mis primos, varios monitores, madres de niños, los vecinos del barrio…

Pauline, Castillo, Piedad, Teresa y yo, camino del aeropuerto. Hay pocas palabras. Dejan entrar a Piedad y a Teresa, y me acompañan hasta pasar yo la aduana. Antes he salido a despedir a las hermanas. Así que la despedida tiene que ser rápida. Eso es bueno, mi Teresa no lo pasará tan mal. Ni yo.

Gracias por todo, Hermanas, gracias.

Teresa, te quiero mi niña.

Vuelvo a mi casa, a mi otra casa.









1 comentario:

  1. La verdad es que después de leer esta página, de ver tu experiencia y de acordarme de lo que yo he vivido allí, no me salen palabras, sino silencio profundo y emoción...aquello tiene algo especial y la gente es especial. Haber si ellos con sus valores nos hacen despertar de la crisis...

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