Hoy es el gran día. Terminamos las colonies de
vacances, y los cursos de informática e inglés. A las siete y media hemos
quedado para preparar las cosas. ¡No aprendo! Estoy yo sólo. Poco a poco
empiezan a aparecer los monitores y los niños. Preparo las cosas y a las nueve
hay una misa de inicio. Me hacen leer una petición, bueno, ahí va mi francés.
Al volver al cole, que está al lado de la parroquia, me doy cuenta de que me
han quitado la mesa que había montado con los materiales y han puesto el equipo
de música. Al lado cuatro mesas iguales y vacías; no me pidáis que os lo
explique, cosas como estas ocurren a diario.
Comienza la fiesta y todo va de maravilla, la coral,
los bailes, los teatros, incluso la canción de Macaco, Mensajes del agua, que
cantamos todos los monitores en español. Los problemas comienzan cuando vas a
repartir algo, se te echan todos los niños encima, literalmente. Da mucha pena tener
que decir que no a alguno porque quiere repetir, pero debemos dar una cosa a
cada niño, por lo menos. Hemos comprado unos paquetitos de galletas y un
chupachups para cada niño; se han ido casi quinientos paquetes.
Gracias a vuestras aportaciones hemos podido comprar
muchos de los materiales de las colonias, y les hemos dado su pequeño obsequio,
las galletas y chupachups, pero lo que yo si he tenido la suerte de llevarme es
el cariño de muchos de estos enanos que no me querían soltar ni un momento. Lo
siento, esa parte la he disfrutado yo, aunque yo os lo transmito. Ha habido un
momento en la fiesta que tenía a cinco chiquillas encima de mí; y todas
tocándome los pelillos de los brazos que les resultan curiosos.
A recoger, y para la casa que ya son las tres de la
tarde. En cuanto estamos listos Christelle y Teresa me acompañan a buscar a los
niños apadrinados por algunos de vosotros. Parece mentira pero no hemos tenido
tiempo, o no hemos podido o sabido organizarnos. Lo tenía que haber hecho el primer
día. Recuerdo la casa de una de ellas, voy directo, y por el camino me cruzo
con la chiquitilla de la familia, la he reconocido enseguida. Ella no se
acuerda de mí, sólo tenía tres años cuando me vio un día el año pasado; llaman
a la otra hermana, Grâce, que si me recuerda y le da mucha alegría verme. Fotos,
material escolar de parte de sus padrinos, y a buscar a Bryan. Preguntamos en
una esquina, y me quedo mirando a un niño, le pregunto y era él. Otra vez hemos
tenido suerte; cuando vamos a salir, preguntamos a la familia por el nombre de
otro de los niños, y resulta que era uno de los chiquitos que estaba jugando
con Bryan. Así que dos pájaros de un tiro. A la última niña no la encontramos,
nadie sabe quién es, y nos volvemos a casa, pero llegando se nos ocurre
preguntar, y a la niña que preguntamos resulta que es ella. ¡increible! Ahí
está con cuatro añitos vendiendo en su puesto aguacates. A todos los niños
apadrinados les hemos dado algo de material escolar, aparte de ayudarles a
pagar su escolaridad, que es lo que hacen los padrinos. Me ha dado mucha
alegría verlos a todos, pero ojalá que hubiera podido buscarlos antes. Ya me
tengo que volver a casa.
Hoy es viernes y llevo varios días de retraso en
escribir, pero estoy muy cansado. Mañana lo intento, bueno, ahora ya es mañana.
Mi Sarita tiene fiebre, y un ojo regularillo. Y su
padre lejos. Lo siento pequeña.
Está claro Carlos que esto es duro. Las despedidas son lo más difícil.
ResponderEliminarHay que pagar un precio caro... siempre he pensado que es curioso lo que pasa, dejas parte de tu corazón allí y sin embargo viene más grande.
Yo, personalmente, siempre sufro mucho cuando dejo un lugar, pero no cambio por nada la oportunidad de haber conocido a ese número de personas que me han enseñado tanto y que han aportado tanto en mi vida. No importa si eran grandes o pequeñitos. Innumerables recuerdos en mi retina y en mi corazón.
Mucho ánimo y mucho cariño...
Te veo prontito
El ojo....es pasajero....tú labor....eterna....ya me contaras lo d apadrinar...me interesa....me alegro d k al menos ayudamos con las aportaciones......
ResponderEliminarEstá preciosa la niña que amadrinó Cristina, y además sonriendo, cosa que el año pasado fue imposible.
ResponderEliminarYa queda poquito... Te queremos.