Hay que levantarse más temprano todavía para volver
a Douala. Salimos a las seis de la mañana para intentar estar pronto en casa.
El viaje bien, como el de ayer, con las mismas sensaciones y con un poco de
impotencia de no poder hacer las fotos deseadas. Pero a la entrada de la ciudad
un gran atasco nos hace perder más de dos horas, que, acumuladas a las casi
seis que llevábamos encima, se hacen muy largas. Llegamos y rápidamente para
las colonias, a preparar todo para mañana.
Vuelvo a ver a mi Teresa, la he echado de menos
estos dos días sin verla. Viene corriendo a darme un beso. Enseguida se me
acercan muchos niños a saludarme, me cogen de todos sitios y no me quieren soltar.
Todos me preguntan que dónde estuve ayer, que se creían que ya me había ido.
¡Qué bonito! Rápidamente a trabajar, a
hacer muestras para la exposición de la fiesta mientras los demás ensayan. Esta
tarde ha venido a verme Patrick, de la ONG "Action Pour Tous"
; ellos van a empezar las colonias en agosto, me ha invitado y quería
ver cómo las estábamos haciendo. Espero que a ellos les salga tan bien como a
nosotros. Un placer, Patrick. Mañana ha quedado en venir a ver la fiesta.
Hoy he tenido una experiencia nueva. He acompañado a
Teresa a su casa y a la vuelta, en una moto taxi he intentado volver a casa.
Digo intentado porque he visto el atasco más grande de mi vida, motos y coches
en todas las direcciones, en todas. Parados sin vistas de moverse durante media
hora; hemos podido salir por encima de todos. No puedo explicarlo, ni podía
hacer tampoco fotos. Todo el mundo me decía: “eh, blanco, qué te parece, esto
es África”. Me dijeron más cosas que no comprendí y que no quise comprender. He
tenido una sensación mezclada entre miedo,
sorpresa, emoción.
Estoy en casa y con una bolsa llena de cartucheras
para vender, que me ha hecho la madre de Teresa, Rosalie, así que ya sabéis…
A preparar muchas cosas para mañana y supongo que a
acostarse muy tarde.
Ya queda poco, os veré pronto
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